En el fútbol argentino, por muy despectivo que pueda ser un apodo, más lo es el hecho de dejar a un jugador sin él. En el mundo del ciclismo, salvo que nos vayamos a las grandes leyendas, no es común que un corredor tenga mote, pero nuestro protagonista de hoy, que se le podría calificar como ciclista de culto pero no como una leyenda, fue conocido como Mr. Prologue. Les hablamos del que seguramente sea el mejor prologuista de todos los tiempos: Chris Boardman.
Cuando el cerebro de un aficionado ciclista procesa «Boardman», la primera palabra configurada es prólogo, ya que Chris fue el amo y señor de esa especialidad durante un lustro. Ahora bien, absurdamente se le ha etiquetado como maula fuera de su hábitat natural.
Algo injusto, ya que tuvo, contadas, pero destacadas performances escaladoras como las del Dauphiné 95. Por otro lado, en torno a él se ha creado una leyenda urbana de que en contrarrelojes de larga distancia se diluían como un azucarillo los superpoderes que ostentaba en los esfuerzos explosivos de los prólogos.
Es cierto que en larga distancia Boardman bajaba enteros, pero en el Pichichi histórico de cronos ganadas está situado (con sus 39 dianas) en la parte noble, y jamás hubiera podido estar tan arriba si únicamente hubiese ganado prólogos. Para desmontar por completo esa absurda leyenda urbana, basta con tomar como muestra su estratosférico Gran Premio de las Naciones de 1996: en el otrora oficioso campeonato del mundo contrarreloj le endiño al segundo, un tal Bjarne Riis, casi cinco minutazos.
Boardman por supuesto que podía codearse con los mejores en pruebas en torno a la hora de esfuerzo, qué mente retorcida puede pensar que un corredor que llegó a ser plusmarquista de la hora (en un velódromo, claro) no podía mantener esfuerzos ruteros de una hora cronometrados a nivel de capo. Deben ser los que aconsejaron a Homer apostar por el caballo de nombre Perdedor.
Chris es uno de los miembros del selecto club de corredores que han logrado batir al menos dos veces el Récord de la Hora. Su primer logro, si bien tuvo un mérito tremendo por ser todavía un ciclista amateur, no es de las más recordados por lo poco que permaneció como mejor marca, ya que Obree recuperó el cetro en un breve espacio temporal.
Esa batalla iniciada en 1993 que tuvo con el escocés desenterró un reto que estuvo postergado durante casi un decenio desde la plusmarca de Moser en 1984. En cambio, cuando recuperó el trono en 1996 marcó un antes y un después, tanto por su ultraefectivo manillar de Superman, como por lograr un registro WTF que sólo las decisiones que rule ese canuto de la UCI impidieron que fuera la mejor marca durante más de cinco lustros; hasta que Ganna, con otra marcianada de actuación, logró superarlo.
Aunque seguramente sea más marciano el prólogo de Chris en el Tour de 1994. En esta cronometrada logró el hito de lograr la velocidad más alta en una etapa de la Ronda Gala y superó la por entonces infranqueable barrera de los 55 km/h de velocidad media. Casi se podría decir que Boardman ese día ejecutó la crono perfecta, pero ésta no fue únicamente fruto de la inspiración del día y de la improvisación.
En su primer año completo como profesional, Boardman recibió el visto bueno de su equipo Gan para mimar la puesta a punto en ese prólogo. El primer paso tenía que ser engrasar su motor para esa jornada del mismo modo que los clasicómanos en el campeonato del mundo de fondo en carretera. Pero no bastaba con afinar el motor, también fue necesario que Chris memorizase una a una todas las curvas del recorrido.
Tras memorizar todas las trazadas tomó una decisión con tintes suicidas: no tocar el freno en ningún momento, algo que le proporcionó una ganancia extra de segundos pero también llevarse el sustazo de subirse a un bordillo. El cerebro de Boardman en esa crono funcionó como el de Robocop, en cada momento estableció las coordenadas exactas para lograr el disparo perfecto, sólo que en vez de aniquilar a Dick Jones al que se cargó fue a un Luc Leblanc que con resignación vivió el que es el doblaje más recordado de todos los tiempos en un prólogo.
Por Miguel González (@gzlz11 en X, antes Twitter).
Le recuerdo como un contrarrelojista tremendo, pero fíjate recuerdo más
a Thierry Marie como especialista em prólogos que al bueno de Chris
Marie también era una máquina en prólogos. Ganó nada más y nada menos que once y lo hizo en las tres grandes (Giro, Tour y Vuelta).