Muchos de los de mi generación recordaréis la lata que daban los padres cuando eramos pequeños con que no viésemos tanto la tele y estudiásemos.
Yo era de los que pasaba horas y horas frente a aquel aparato tan top y no les hacía ni caso, así que muchos días, casi ni estudiaba.
Pero sí aprendía. De lo que veía en la tele. Por ejemplo, de Superhéroes, el Tour de Francia… y Greg LeMond.
Una de las primeras cosas que aprendes cuando llevas un tiempo viendo deportes, es que los americanos son todos muy buenos. Aunque seas un niño te das cuenta si ves el Atletismo en los JJOO, basket o las carrera de motos.
Por ello, y a pesar de contar con solo con 11 años, en el 85 yo sabía que LeMond era mejor que Hinault. Creía, si queréis. Algo que demostró en 1986, ganándole el Tour, sobre todo por talento, a pesar de que hay voces que dicen que Hinault estaba en declive y muchos hinaultistas pongan eso como excusa.
No lo estaba. Un ciclista que está en declive, no gana dos contrarrelojs en el Tour de Francia, hace segundo en la general, ataca a más de 100 de meta en una etapa de montaña y le sacá más de 4 minutos de diferencia a gente como LeMond y Lucho Herrera, sube Alpe D´Huez como si fuera una pantera, y finaliza la carrera haciendo cuarto en el sprint de los Campos Elíseos. Es el Tour y están los mejores corredores del mundo y se vuela.
Pero volvamos al pasado: Recuerdo buscar el nombre de LeMond en los periódicos, allá por 1984, en la sala de profesores del colegio en el que estudiaba y en el que jugaba a baloncesto, pin- pong, probablemente las dos únicas cosas en las que era bueno, fútbol, béisbol, voleybol, futbito, hacía atletismo, hice grandes amigos y leía libros de Emilio Salgari.
Recuerdo también hacerlo con una pasión desbordante y una expectación enorme, ya que sabía que Greg lo habría hecho bien en la etapa del día anterior, si se trataba de una vuelta por etapas, si no era una etapa de transición y me llevaba una alegría tremenda cuando lo veía en los primeros puestos en aquellas carreras tan increíbles, debido a que me encantaba como corredor y me caía súper bien. Merecía mucho la pena llegar tarde a clase.
No os equivoquéis, no era una especie de Trash de 11 años (el de los Guerreros del Bronx).
Pero travesuras y cosas malas hemos hecho todos cuando eramos críos y una de las mías fue esa. Y no me perdía mucho de la clase. Si no, hubiese suspendido el curso a pesar de que en esa época fui un chico que estudiaba duro.
Llegué hasta a levantarme por la noche a escondidas los días antes del examen y meterme en un cuarto de menos de 4 metros de largo y 3 de ancho, donde se estudiaba música, para preparar mejor los exámenes, e incluso estudié muchos días con linterna debajo de las sábanas por las noches.
Vovamos a LeMond: Greg no era el único que me gustaba ver en los primeros puestos de las clasificaciones, y sabía por ejemplo, que en una crono siempre estaría en los primeros. Como Rominger a partir de 1987. Nunca fallaba: si era una crono, el suizo aparecía siempre en los primeros puestos, algo que memoricé de inmediato.
Al igual que memoricé que Rosola, a pesar de no ser el mejor esprinter del mundo (tuvo años en los que fue de locos lo que hizo en algunas carreras, pero había gente mejor como Bontempi o,Freuler), era una bala, una máquina en las llegadas masivas, y uno de los que ganaban etapas y estaba siempre entre los primeros.
Aprendía mucho sobre ciclismo en esa época, sobre todo debido a que me gustaba, y ponía mucha atención cuando leía las clasificaciones, ya que como me gustaba, quería saber sobre ciclismo, y había corredores que me encantaban. A los que admiraba muchísimo. Como LeMond,, Urs Freuler, Lucho Herrera, Visentini, Eric Vanderaerden, Guido Bontempi (tremendos e inolvidables sus Giros cuando estuvo en su cénit), Jeff Bernard, Beppe Saronni o Andy Hampsten.
Eran mis ídolos, y como es normal, no perdía detalle de sus carreras y las seguía como si se estuviese jugando allí, por ejemplo, el hecho de poder quedar con mis amigos para ir al cine, una de las cosas que más me hacían feliz por aquel entonces. Me sigue gustando el cine mucho, no sé si más o menos que antes, pero lo que sí sé, es que el recuerdo que tengo de aquellos años, de lo que disfruté viendo películas como Karate Kid, Rocky IV o Tras el Corazón Verde, que es la película que más veces he visto en mi vida, si no me equivoco, y que vi 7 veces en tres semanas, es de estar como en una nube. En un mundo mágico. Soñando despierto.
Una de las carreras que más disfruté de este corredor tan increíble fue el Mundial de 1089 de Chambéry. Una prueba que recomiendo poner a los niños y adolescentes en las escuelas de ciclismo, tanto para enseñarles como se corre, como para que les sirva de motivación y vean correr, aunque sea en diferido, a uno de los mejores corredores de todos los tiempos y con mejor lectura de carrera. Ese día LeMond hizo un carrerón tremendo. Como diría el gran Eduardo Chozas, y que define a la perfección la actuación del americano de ese día.
Su exhibición de fuerza, inteligencia y carácter ganador; de como se compite, es de los más salvaje que recuerdo en una carrera tan importante y ante rivales de tanta calidad.
Corrían Fignon, Kelly Rooks… corredores que no solo no se rendían nunca, sino que iban a por todas en las carreras, que competían como si fueran leones, halcones o tártaros, luchaban como superhéroes y atacaban como si no hubiera un mañana, que querían ganar siempre por encima de cualquier otra cosa, y que además tenían una clase o una capacidad de sufrimiento bestial, dependiendo del corredor que se tratase.
Tenía una confianza ciega en Greg, y en este caso, como no podía ser de otra manera, creía que podía ganar ese esprint, uno de los más icónicos de la historia, ya que a pesar de que Kelly y Konyshev eran tiros, sobre todo el irlandés, si LeMond se lo proponía, podía ganarles.
Probablemente no fuera el más rápido. Pero tenía un gran sprint y en una carrera así, cuentan mucho la clase que tengas y como llegues de fuerzas al final, y LeMond, como era tan bueno, probablemente llegó con más fuerzas que nadie.
Y pegó el pelotazo, como suele decir Miguel González de Pedal Vintage. Alguien, que por cierto, es una de las personas que más sabe sobre el estadounidense del mundillo ciclista en este país, por delante, y no lo digo con desprecio, ni a modo de crítica, de como mínimo, la mayoría de periodistas y gente que se dedica a informar y opinar sobre este deporte.
Es sorprendente que haya gente que dice que Hinault era mucho mejor que LeMond y que incluso se ofenden si dices que no, si se trata de seguidores del Tejón. Algunos no tienen ni idea de ciclismo, pero hay gente que ha visto muchísimas carreras a lo largo de su vida, y lo afirma como si la comparación fuese entre Kaká y Eloy, el ex- jugador del Sporting que falló el penalty decisivo en Méjico 86. No hablemos ya de si dices que el americano era mejor. Parece que les has insultado o que tratas de timarles, diciéndoles que una Cagiva Freccia es un Ferrari Testarosa.
Hasta te llegan a decir que no tienes ni idea de ciclismo, cuando los argumentos que utilizas son argumentos, no solo válidos, sino con más peso que los suyos, si nos atenemos a la lógica y somos justos, que casi siempre son los mismos: que tiene mejor palmarés y que era más ofensivo.
Sé quién fue Hinault. Pero también sé quién fue Greg LeMond y el estadounidense cuando llegó a su cima como corredor, le ganó al francés, ojo: en casa, en la carrera más importante y dura del mundo, tanto por táctica como por fuerza y fortaleza mental, por lo que debate por lo menos hay acerca de quién fue mejor.
El Tour es la prueba del algodón, no engaña, es una carrera, donde si eres el mejor, vas a ganar seguro, salvo que te caigas, enfermes, o llegues mal preparado, por haber tenido problemas o no haber entrenado como debías.
Hay una frase que le vi decir a Manolo Saiz en Twitter que lo explica perfectamente: 21 días son más que suficientes para decidir quién es mejor.
Fin de la Parte I.
By Skyblu (@ZS20182 en Twitter).
Fotos: Súper- clases, espirituracer. com, classicflightweights. com, NBC Sports, Cycling Art Blog, Iberlibro y themoviedb. org