Tenemos Crack (Paris- Roubaix 2013)

Corredores cuya primera actuación en una carrera importante en profesionales haya sido buena hay muchos. Brutal… pocos.

La de Zdenek Stybar en la Paris- Roubaix de 2013 fue una de ellas. Probablemente uno de los mejores debuts de un ciclista en una de las tres carreras más importantes del mundo: Tour de Francia, Mundial y la citada Roubaix, si nos atenemos a la calidad de su carrera teniendo en cuenta la dificultad y dureza de la prueba y como llegaba a ella el checo.

Lo que hizo fue espectacular. Una palabra quizá un tanto random a la hora de calificar actualmente actuaciones de ciclistas y a ciclistas, y que suele usarse mal y en exceso, en mi opinión, pero que define a la perfección la carrera de Stybar de aquel día.

Una de las cosas que hay que tener muy en cuenta a la hora de valorar una performance en ciclismo es la distancia. Es muy diferente hacer 180, 200 kms, a hacer más de 250 y los últimos 50 o más a una velocidad de locos la mayor parte de los mismos como se hace en Roubaix, porque todo el mundo quiere ganar por la importancia de la prueba, la gente llega con un nivel brutal y todos son muy buenos.

Estrellas la mayoría a esas alturas de carrera. Y de las buenas. Pedrusqueras.

Stybar en entrenamientos probablemente hubiese pasado bastantes veces de 250 kilómetros y más conociéndole. Pero en carrera salvo en el Mundial de 2012 en el que acabó el 116 no.

Y las carreras largas si además son tan duras como la Paris- Roubaix son en las que es más difícil destacar y es donde se ve la verdadera calidad de un ciclista. O los que más calidad tienen. En 180 kilómetros son buenos muchos. En más de 250… son pocos los que son buenos.

Verlo ahí con Cancellara sin perder la rueda del suizo cuando éste pegó uno de los estacazos más espectaculares y de mayor nivel en cuanto a vatios se refiere de la década en Bourghelles- Wannehain, un tramo de pavés que de random no tiene nada y más a esas alturas de carrera, con una facilidad pasmosa, como si fuera un juego, con una soltura propia de un fuera de serie veterano, como si fuera Jordan lanzando de dos sin oposición…  Fue una de las  cosas que más me alegro de haber visto y de las mejores que he presenciado en televisión desde que veo ciclismo y que más me han impactado y marcado.

Que Styby tuviera fuerzas para salier a un ataque así a esas alturas de carrera y aguantara la rueda de UNA BESTIA como Cancellara , cuando era un ataque totalmente sioux,  como si llevará toda la vida corriendo carreras de la categoría de la Roubaix, tan selectivas, difíciles y duras,  tan absolutamente grandes como lo es La Pascale, y que luego La Justica no lo reventara cuando a base de vatios, clase y ambición se comía a Vanmarcke y Vandenbergh en menos de 2 kilómetros llevándole  los dos belgas casi 40 segundos ,  con más de 220 kolómetros en las piernas y tras varios full- gas destroyers en los tramos de pavés desde que faltaban muchos kilómetros para meta, fue algo que me impactó y me enamoró.

«Qué bueno es este tío», no paraba de decirme. ¡Qué crack!. ¡Qué calidad! ¡Madre mía, pero qué es ésto…!!!

Hasta ese día había hecho varias buenas carreras en profesionales a pesar de no correr mucho y se veía que tenía mucha clase. Su victoria en Dunkerque así lo demostraba. Reventar a Bananito Betancur para arriba no lo hace cualquiera si el colombiano estaba en forma y Voeckler no era un corredor cualquiera.

Y había ganado una etapa en una prueba de la máxima categoría: Polonia.

Pero Roubaix es otro mundo. Otra historia. Otra dimensión.

Aquello fue un espectáculo. Un auténtico y maravilloso espectáculo. Porque a pesar de ser un grandísimo corredor de CX no era NADIE. Salvo para aquellos pocos que habían apuntado su nombre como aspirante a estrella en el futuro por alguna de sus actuaciones anteriores en las que soprendió porque no lo concocían mucho.

Pero no ya. Y NO AHÏ. EN LA CARRERA.

Y si me lo permiten: EN LA CARRERA DE LAS CARRERAS. SU MAJESTAD  «LA PARIS- ROUBAIX».

 

Fin de la Parte I.

 

La siguiente en breve…